sábado, 4 de diciembre de 2010

Papá, ¿cuánto ganas?

La noche había caído ya. Sin embargo, un pequeño hacía grandes esfuerzos por no quedarse dormido esperando a su papá.
se abrió la puerta y el niño se
incorporó rapidamente y soltó la pregunta que lo tenía tan inquieto:
-Papi, ¿cuánto ganas por hora? –dijo con ojos muy abiertos.
El padre, molesto y cansado, fue tajante en su respuesta:
-Mira hijo, eso ni siquiera tu madre lo sabe, no me molestes y vuelve a dormir, que ya es muy tarde.
-papi sólo dime, ¿cuánto te pagan por una hora de trabajo? 
el padre apenas abrió la boca para decir:
-Ochocientos pesos.
-Papi, ¿me podrías prestar cuatrocientos pesos? –preguntó el pequeño.
El padre se enfureció, cogió al pequeño del brazo y en tono brusco le dijo:
-Así es que para eso querías saber cuánto gano, ¿no?. Vete a dormir y no sigas fastidiando, muchacho....
El niño se alejó tímidamente y el padre comenzó a sentirse culpable: "Tal vez necesita algo", pensó, y queriendo descargar su conciencia se asomó al cuarto de su hijo y con voz suave le preguntó:
-¿Duermes hijo?
-Dime papi, respondió él entre sueños.
-Aquí tienes el dinero que me pediste.
-Gracias papi –susurró el niño mientras metía su manita debajo de la almohada, de donde sacó unos billetes arrugados-. ¡Ya lo completé! -gritó muy alegre el pequeño
Tengo, ochocientos pesos..., ahora papá:
¿ME PODRÍAS VENDER UNA HORA DE TU TIEMPO?

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