Las tres gracias de Rubens

Este cuadro, de una belleza reconocida, tiene su historia. Fue pintado por Rubens entre 1635 y 1639, cuando el pintor, casado con Elena Fourment, se hallaba en su plenitud artística y nunca quiso desprenderse de él. Solo a la muerte del artista, su viuda consintió en venderlo a Felipe IV, con la condición de no ser nunca expuesto a los ojos del pueblo. El cuadro dornó el Alcázar, siendo siempre muy apreciado por la Corte y tras el incendio de aquel noble edificio pasó a la Armería y en 1796 a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de donde vino al Museo en 1827.

Representa a las Tres Gracias, Aglaya (esplendor), Eufrosine (serenidad) y Talía (floreciente), entrelazadas, como si iniciaran una danza, mostrando cada una de ellas un distinto perfil, situadas en un paisaje de llanura, a lo lejos unos arbolilllos y unos ciervos. A la derecha, hay una fuente constituida por una especie de cuerno de la abundancia, sostenido por un niño y un caudal de agua. Del árbol de la izquierda penden vestiduras y por encima de las cabezas de las tres Gracias corre una guirnalda de rosas blancas y carmesíes. Se dice que la figura de la izquierda de la escena, la rubia, es la segunda esposa de Rubens, Elena Fourment y es mas aventurado suponer que la figura de la derecha sea Isabel Brandt, su primera esposa, siendo la central una síntesis de ambas bellezas (una mezcla).
Este cuadro fue restaurado hace unos años (1998) y ahora luce espléndido, tras haber sido sometido a un proceso delicado de restauración en su soporte, así como también de limpieza y suturación en las partes dañadas. También se le ha dotado de un nuevo marco, mas acorde con la categoría extraordinaria de la obra.