El explorador noruego Roald Amundsen (1872-1928) dirigió la expedición a la Antártida que por primera vez alcanzó el Polo Sur.
Scott, consideró que era de vital importancia para él y para su país ser el primero en alcanzar el Polo. Su expedición estaba formada por Henry Bowers, Edward Wilson, Edgar Evans y Lawrence Oates.
El equipo de Scott encuentra la tienda de Amundsen en el Polo Sur.
Sin embargo, Scott se resistía a emplear estos animales ya que detestaba la idea de sacrificar a los perros para alimentar a los demás. Por este motivo, los perros que llevaba los mandó de vuelta cuando la situación fue empeorando. Llevaba 3 trineos con motor que pronto se averiaron y sus 17 ponies, que cargaban pesados sacos con avena para su alimentación, se hundían en la nieve y al transpirar por todo el cuerpo, su piel se congelaba. Scott tuvo que ordenar su sacrifico. Sin animales que ayudasen, la expedición tuvo que continuar a pie cargando con su equipo.
El primer miembro de la expedición de Scott que murió fue Evans, que se encontraba herido tras una caída.
Poco después falleció, Oates, quien había perdido la movilidad de un pie por la congelación, lo que obligó a sus compañeros a llevarlo a cuestas. Oates, pidió a sus compañeros que lo abandonasen, pero ellos se negaron rotundamente. Comprendiendo que era una carga para los demás, abandonó la tienda en medio de una terrible ventisca y a -43º C., pronunciando una célebre frase que lo convertiría en héroe nacional: “Sólo voy a salir un rato”. Nunca regresó. Ese día cumplía 32 años.
Mientras que Amundsen realizó una expedición eficaz y sin grandes contratiempos, Scott y sus hombres fracasaron por no tener una buena planificación de su viaje: la inanición, el agotamiento físico, el frío extremo y el escorbuto provocaron la muerte de toda la expedición de Scott.
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